Dar el primer paso en la navegación puede ser un acto de valentía. Al igual que otros miles de posibles navegantes, es probable que haya docenas de preguntas que pasen por tu cabeza. ¿Seré capaz de hacerlo? ¿Tengo siquiera el dinero para pagar un barco?
Para José, un financiero de 43 años que vive en Madrid, navegar siempre fue una de esas cosas que quería aprender, pero para la que nunca tuvo tiempo. José admite: “No crecí rodeado de veleros y yates, así que ya sentía que estaba en gran desventaja”. Y durante años, la pasión irrealizada de José por la navegación pasó de largo.
No fue hasta una conversación casual por la tarde cuando un compañero de trabajo le planteó la idea de navegar. Según su amigo, el barco se podía usar por días, las clases eran baratas y el tiempo que se pasaba en el pantano era inmejorable. Esta no era la idea de navegar que José había conjurado durante años, parecía demasiado conveniente, demasiado libre de complicaciones para ser un verdadero club de vela.
Prueba a navegar y te sorprenderá las sensaciones
Pensando que era demasiado bueno para ser verdad, José llamó a la escuela de vela por sugerencia de su compañero de trabajo. Un año después, “fue una de las mejores decisiones que he tomado”.
Desde la terminología de la navegación hasta las habilidades de navegación, aprender a manejar un barco no lleva más de un fin de semana para empezar. Y tras un par de días de práctica, nada se interpone entre usted y las aguas abiertas que puede proporcionar el mar.
Sin tener que comprar y mantener una embarcación propia, los navegantes encuentran consuelo en una flota de barcos listos para usar que se pueden alquilar. Ser miembro de un club náutico informal no es lo mismo que la extravagancia de vino y queso que se ve en las películas es simplemente una forma práctica y económica de perseguir tu pasión por la navegación.
Según José, “navegar nunca fue algo para lo que pensara que tenía paciencia o habilidad”. En las primeras horas de entrenamiento, entender la diferencia entre babor y estribor o entre trasluchar y virar fue sorprendentemente fácil. En cuanto te lanzas al agua, “algo hace clic. Es una experiencia totalmente diferente a la que había imaginado”.
La experiencia de empezar a navegar
Lo más difícil de navegar, como muchas otras cosas, es empezar. Las experiencias a bordo de un velero son inolvidables y requiere una habilidad que nunca pasa de moda ni deja de impresionar.
Aprender a manejar un velero es tan fácil como programar sesiones de entrenamiento con una buena escuela náutica. Hay profesores que adoptan un enfoque individualizado para enseñarte los fundamentos de la seguridad y el funcionamiento de la embarcación.
Convertirse en miembro de un equipo es una forma emocionante y económica de vivir su sueño sin tener que desembolsar el coste financiero de un barco completo. El mantenimiento de un yate, el pago de las tasas de puerto deportivo o de atraque y los demás inconvenientes de poseer un barco son totalmente atendidos lo que garantiza que su experiencia sea siempre divertida y relajante.
“No puedo pasar más de unas semanas sin volver a navegar”, concluye José. “Todavía estoy sorprendido de haber sido capaz de adquirir esta habilidad a mi edad y aún más feliz de saber cómo hacer esto para el resto de mi vida”.